Pelayo con espada en mano y cota de malla puesta entro con porte aventurero dentro del oscuro lodazal que hacia de puente entre la cabaña y el oscuro infierno de las verídicas aguas del mal parido pantanal.
El interior de esta era sin embargo muy seca con un presente olor a estiércol de la cosecha propia del brujo, aromas de ungüentos, perfumes de flores y drogas, una peste horripilante de cadáveres y fetos.
El brujo, cuyo nombre era impronunciable pero hacinase Lasgardur, le indico con una sonrisa siniestra que se sentara en su banco, un increíblemente bello mueble de tallas rúnicas y dibujos excelentes.
La hoguera de pronto broto en inmensas llamas negras y carmenas, con tan solo un chasqueo de los dedos del viejo hombre que de cuerpo cubierto menos su asquerosa sonrisa de colmillos relucientes, danzaba entre sus rugosas manos un viejo pergamino y tres ratas ensartadas en un pinchito. Las puso al fuego y mostrando con leve movimiento de su rostro sin imagen una inteligencia infernal, una rara agudeza que tan solo los locos o los hombres de magia tienen.
-Dime Pelayo, Hijo de Adroaldo El Bello y de Adela de los Pies altos ¿a que vienes a este paramo apartado de la mano de Dios y sus administradores, los ángeles arcanos?
-Vengo a pedirte un favor, sabio anciano.
El grotesco ser de ropas apolillas lanzo una carcajada tan gutural como la de un lobo que puso los pelos de punta a Pelayo. Era cada vez mas salvaje sus movimientos y su aspecto cada vez que una pequeña particula de oscura luz mostraba algo de sus miembros. Era como momia peluda hecho de huesos, carne muerta y dientes afilados.
-De sabio no tengo nada, de viejo mucho tengo. Este lanzo una carcajada. Favores tampoco se me piden, sino tratos y acuerdos, pues tal esta en mi sangre la profesión de ser embajador de los infiernos y de aquellos que se venden a Ellos.
-Quiero ir precisamente al Infierno, Oh Anciano entre los Ancianos, Oh Padre de las Bestias y los Demonios, te ruego que me concedas mi mas profundo deseo.
-¿y cual es Hijo de los Hombres?
-Llévame ante el Infrarey, al que los hombres llaman Blaaz, aquel que habita entre las murallas de Castillo Combustionado.
-No poca cosa me pides joven humano, mas siento desilusionarte pues no puedo llevarte directamente a sus Cortes Infernales, pues no esta en mi mano dedicir si eres digno de su presencia o imagen.
-Pues entonces dejame cerca y le gritare desde el exterior de sus empalizadas, que pruebe mi suerte.
-Mas maña que fuerza y mas inteligencia que suerte necesitas para siquiera se digne verte, pues no son pocos los que piden tratos parecidos y muchos son a los que Ellos se les niegan.
-¡Pues entonces llevame al final de sus mundos!! !los reventare a espada y antorcha si hace falta, derribare sus mas altos torreones y sus mas horrendos palacios con tal de verme cara a cara con el Señor de las Llamas! ¡por Notch, que si hace falta derribare sus puertas a patadas con tal de que mi voz se alze sobre sus aberreantes testas!
-¡ja! ¡Tienes valor guerrero, un valor que en estos tiempo parece olvidados por completo! ¡sigueme niño-blanco! ¡hasta los Mundos Finales si hace falta!
Con un veloz movimiento, impensable para una figura tan ortopédica como la del viejo, salió corriendo hacia un mueble extraño que parecía un horno de leña. Se metió dentro y desapareció como si nunca hubiera existido. Pelayo lo siguió con la rapidez del guepardo en caza y se hundió en un mundo de tinieblas.
Un rato después, encontró al final del túnel al viejo sentado encima, en una especie de enorme cofre de materiales extraños…….pareciese estar hecho de obsidiana, varas de llamas y restos de finalizadores de hecho el ojo de uno de estos se movia inquieto en el centro de la cerradura.
El viejo con un salto increíble, digno de jaguar de las selvas bajo del cofre y dando una voltereta aterrizo a los pies de Pelayo con un educado y divertido gesto.
-Su sarcófago le espera, príncipe de los tontos, loco entre los locos monos de piel rosa, si tanto deseas ir al Nether ¡asi sea! ¡Metete dentro y disfruta de tu instancia en los Territorios de Azufre y Fuego! Pero te advierto que es solo una entrada sin salida y no podras regresar a menos que consiguas el favor del Infrarey!
-¿Cómo se que no es un engaño y este cofre no es mas que una farsa para mantenerme encerrado y pedir un rescate?
-¿y a quien se lo voy a pedir? ¿a un Rey Muerto? Si chico no me mires con esa cara de sorpresa, uno es senil mas no tortola ¡si quisiera podría enviarte al Fin y ni tu, ni todos los ejércitos de la Tierra podrían impedírmelo! ¡Y ahora si cobarde de corazón no eres, metete en tu fenetro! ¡El Destino te llama y El, chico no es un ser paciente!
Desconfiado pero implacable con el deseo de proseguir su camino, el príncipe blanco se mete en el sarcófago, ese ataúd de brillantes runas oculares y polvo rojo. Ve mientras esta tumbado con las manos cruzadas sobre la espada, como un antiguo rey tumulario, como el brujo, ese viejo sacerdote traidor cierra la tapa con un rápido movimiento y sus se sumen en La Nada.
Un remolino de emociones flucutuan en su mente, como un banco de pirañas corroriendo su cerebro, como un viento de salitre oxidando el hierro de sus huesos, un vacio de sentimientos y un escudo sin dueño. De repente todo se vuleve morado, extrañas energias lo rodean y lleno de terror siente como deja de existir en este mundo. Nota como cada particula de su cuerpo, cada bloque dimensional de su alma se aleja de el a gran velocidad, como se le teletransporta su materia, como su energía se convierte.
Con un estallido de luces extrañas y una negrura sin par ya no siente nada. El muchacho ya no esta en la caja morturia. Su alma y su cuerpo pertenecer al Nether. Su corazón ahora pertenece al hechicero.
Su existencia viaja al Infierno.
Y el ya no existe en el mundo de los vivos.
El es una sombra.
Un vano recuerdo.
Pelayo ha descendido al Infierno……
Continuara…………..
