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Pelayo mareado cayo al suelo, confuso y ciego. El miedo por un momento lo domino pues no veía nada, olia a nada, ni la tierra que mascaba su boca sabia nada. Pero en su alma de noble había cierta valentía racial, de aquellos que para ser reyes habían abatido monstruos y imperios, amantes de Diosas y bendito por el Santo. Hacia un frio extraño, un frio sin helar, un frio sin necesidad de congelar, un frio neutro.
Se levanto y no había forma de describir la expresión de su cara, esa mueca que parecía loca, ora sorpresa, ora terror, ora emoción, ora tristeza pues ante el se extendia las planicies infernales, el punto Z del Mundo Medio y el Punto A de entre los diversos mundos del Planeta.
Azufre, fuego, cascadas de lavas que parecían sangre, unas inmensas heridas de las que brotaban magma ardiente que derretía rocas. La tierra era extraña pues extraños materiales sin nombre se extendían ante un yermo digno de Armmagedon. Extrañas colmeras de cuerzo se extendían por el suelo, cristales brillantes que parecían y tenían la textura de las plantas la única hierba-cosa que existía en este mundo hueco sin viento, ni mareas tan solo una desolación eterna, una tierra de cenizas sin fin que se encontraba en las profundas entrañas de la tierra.
No había cielo alguno, tan solo un enorme techo, tan inmenso que se perdia en la titánicas bóvedas que parecían fortalezas pero que no lo eran desde donde inmensos acantilados de suicidas, farellones, mesetas, alpinies, montes y colinas tan caoticas crecían clavándose en la bóveda de piedra del Nether.
En algunos puntos de este lugar unas extrañas joyas a los que los brujos solian denominar piedra luminosa se colgaban de los techos mas bajos del Nether como colmenas sin abejas, colonia de luciérnagas muertas.
Asombrado y con la lengua comida por el demonio gato, Pelayo empezó a caminar pero no hacia mas que dar vueltas en circulo, pues su brújula se había vuelto loca no paraba de girar, como una rueda enloquecida por una visión antinatural. Su mágico mapa que se escribía y corregia solo mientras el caminaba dejo de funcionar y tan solo en el se veía una palabra.
ZAAL
Varias veces estuvo a punto de morir Pelayo ya que extrañas fieras y demonios lo asaltaron mientras cruzaba mortales desfiladeros y cañones sin fin. Hombres con el aspecto de cerdos le atacaban con espadas y hachones oxidadas mientras su líder llevaba un cartel escrito en unas runas retorcidas palabras de los pecados cometidos y hechizos oscuros. Enorme criaturas fantasmales, unos krakens de aire inmensos que exlahaban fuego cuyo nombre era Ghast, se abatían sobre el pegando chillidos de locura y muerte, mientras sus rostros se transformaban en la de las personas queridas y los familiares perdidos. Vio a su padre, su hermana, su hijo y a todos aquellos que había perdido en el tiempo y en el espacio de un Mundo sin lógica. Se escondió de ellos llenos de terror pues el fuego que exlahaban nunca se apagaba como la culpa del corazón.
¿Tres días?
¿Existía EL TIEMPO ACASO EN ESTE LUGAR DONDE EL ESPACIO ERA EXTRAÑO Y INCLUSO LAS PAREDES SE CONVERTIAN EN SUELO Y LOS TECHOS EN ABISMOS SIN FIN?.
Jamás supo cuando tardo en llegar hasta que llego a Sheol, una de aquellas fortalezas perdidas en el infierno construidas por seres anteriores a los Hermanos Infernales. Muchas fueron las que obvio sin darse cuenta pues difícil distinguir lo imaginario de lo real en este mundo. Aquí es cuando empieza su historia, pues no pocos furon sus pasos hasta llegar a Blaazingar las Cortes del Infrarey.
Pelayo oía cada vez el chillido de guerra de los hombres cerdo cada vez mas cerca, un agudo gruñido surgido de gargantas que no fueron echas para el habla. Pelayo acelero su paso y atravesando un caño de llamas y cenizas llego a las Puertas de Bronce de Sheol Buscado. Eran enormes y impidian su paso pero fruto de la furia, golpeo con sus puños blindados las puertas que sonaron como un gong maligno.
Su armadura antes blanca, un signo de pureza y decendia se veía manchado de sangre negra, hollin, fuego, cenizas y diversas tinturas de las que mejor no describir. Antes era un niño blanco, ahora no era mas que un espectro de negra armadura, pues sus brillantes cabellos rubios habían desaparecido tragados por el mismo fuego que le había dejado el cráneo pelado de piel. Parecía una momia requemada, las cicatrices acribillaban su cuerpo por todos y había perdido la nariz, dándole un aspecto definitivamente de muerto viviente con ese pañuelo sanguinolento cubriendo la faz. Había perdido el casco y su espada de diamantes y solo le quedaba su espada bastarda de acero castellano para enfrentarse a unas hordas que parecían no morir jamás ni cejar en su empeño de asesinarlo.
Los puercos ya estaban cerca, demasiado cerca. Casi podía sentir su aliento podrido a través los poros de su cuerpo.
Pelayo pego una carcajada y se volvió empuñando su acero con las dos manos. Sus ojos llorosos se desorbitaban en una demencial locura del deseo del combate y liberar la furia negra tan características de aquellos que habitan sobre El Halo.
-¡!!!!!!Vamos pecadores sin nombre! ¡!!Venid a morir!! ¡!Os voy a devolver de los oscuros pensamientos de los que surgisteis, canallas sin justo castigo!!!!
Los hombres cerdo aparecieron y cargaron en una inmensa horda de colmillos, armas oxidadas y trofeos horripilantes. Una manada pútrida de lobos infernales les seguía por atrás delatándose con la matanza que estaba a punto de acontecer.
El primero, un inmenso puerco negro que empuñaba un hacha barroca salto encima de Pelayo como un mortal chacal de pelo negro.
Pelayo pego una finta, con un ruedo se alejo de el y aprovechando la ventaja de la agilidad frente al numero lo hizo resbalar con el segundo asesino un delgaducho puerco de piel rosa que la llevaba a tiras y portaba un sable dorado. Quebro y giro sobre su cuerpo lanzando un poderoso tajo bastardo que partió por la mitad al verraco de oscuras cerdas. Con un arco sangriento dibujo un arco iris de sangre efervescente que baño a todos los combatientes en una lluvia roja.
Pelayo rugio de alegría, perdido en su furia se lanzo a por la horda trazando mortales ondas cortantes que arrasaban a los asaltantes y los dejaba convertidos en una masa de miembros cortados. Su espada hizo un 8 y le corto la pierna al cerdo rosa, mientras aun en el aire le cortaba la cabeza con su segundo tajo sin darle tiempo de caer al suelo.
Una maza de pinchos paso por encima de su cabeza y le hinco una estocada al macero con una quiebro de muñeca. Barbilla, cráneo y cerebro se vieron traspasados por metro y medio de acero humano para acabar reventar cuando un arma amiga reventó los sesos de su propio amigo. Pelayo ladrando de pura ansia asesina saco su rota espada y apuñalo unas catorce de veces al estomago al quebrador de hojas y le rompió el cuello con un movimiento de agarre.
Pego un salto horizontal y abrió en dos el cuello de un traidor cerdo que intento atacarle por la espalda. Su puño volo en respuesta a un tercer atacante, un cerdo rojo de empuñaba una inmensa guadaña y tenia escrito en su cráneo pelado ``Finis Vitae´´. La inmensa parcana salió mal dirigida y acabo cortándole la boca a uno de los suyos, que grito agudamente antes de que Pelayo le aplastara el craneo de un puñetazo. La hoz gigante volvió a silbar y Pelayo se agacho de milagro milímetros donde antes había estado sus ojos. Contraataco con una contra y le clavo la rota arma entre los hombros.
Diblo y lanzo una patada voladora que lo tiro al suelo para después rematarlo con un pisotón en el cuello con ambos pies. Muertos su tres lideres los hombres cerdos retrocedieron y formaron un muro de escudos infranqueable de lanzas aserradas. A los pies de Pelayo nueve demonios y tres de sus liders yacían destrozados mientras el hombre con la espuma brotándole de la boca los invitaba a darle muerte a ladridos.
-¡Vamos hijos de la Gran Ramera que os pario! ¡venid a darme muerte! ¡Voy a hacerme una puta escalera con vuestros cuerpos y voy a pasar por encima de las Puertas Bronces! ¡Voy a inundar este lugar de tanta sangre que los fuegos del Nether se ahogaran en ellas! ¡Vamos caricaturas del hombre, venid y probad el sabor de acero, cobardes alimañas!
Los cerdos como enloquecido por los insultos cargaron furiosos en una inmensa marea de rostros enajenados contra un muro de frio y calmo acero.
Las Puertas de Bronce de pronto se abrieron.
El sonido metálico de los portones perdidos, extendieron una onda gutural que paro en seco a ambos bandos.
Al principio Pelayo tan solo vio una oscura plaza, un mercado de fuentes y puestos de roca que vacio flotaba vacio en un lugar carente almas.
Algo empezó a materializarse en medio de la fuente principal, de la cual surgia una espesa niebla verde y de la que parecía brotar el sonido de…..¿una flauta?
Primero apareció una pezuña hendida, después unas inmensas y horribles piernas, una horrible cola de reptil de escamas pardas y grotescas, un pecho peludo y unos hombros inmensos que acababan en una enorme cabeza ligeramente caprina y unos cuernos retorcidos llenos de sangre azul.
La tierra empezó a estremecerse cuando la inmensa figura (de mas de cuatro metros de alto) piso el suelo con una de sus negras pezuñas. De la garganta del demonio salió un balido monstruoso tan profundo como el rugido del Leon.
Los hombres cerdos intentaron huir del horripilante chivo humanoide Skatoon ,pero este con un toque de flauta los inmerso en una extraña locura que hizo que de pronto empezaran a matarse entre ellos, un roja orgia de órganos volando y armas cortando. Un rato después los lobos infernales descendieron a darse un festín con los restos de la horda con feroces gruñidos de placer.
Pelayo con la sangre hervida por el combate y el asombro pregunto.
-¿!Y tu quien demonios eres?!
-Soy Skaton Pan al que los hombres llamáis Aries y tu mortal desde ahora eres te nombro mi paladín…
Continuara…..
